Estas obras, construidas a partir de materiales de desecho —cartón, madera quemada, clavos oxidados, fotografías impresas—, nos interpelan desde su precariedad. No se trata de una estética casual o meramente formal, sino de una elección crítica y consciente: levantar estructuras simbólicas con los restos de lo cotidiano, de lo político, de lo socialmente erosionado.
Cada ensamblaje funciona como un artefacto arqueológico contemporáneo, una arquitectura frágil que revela los signos de una memoria tensa, inestable. Son cuerpos que resisten, que portan heridas, que abren cavidades donde antes hubo discurso, consenso o posibilidad. A través de la destrucción, del vacío, del colapso de las formas, el artista habla de instituciones que se agrietan, de sistemas que se desploman, de cuerpos colectivos que se defienden o se desintegran.
La dimensión política de estas piezas no es panfletaria, sino estructural: se infiltra en los materiales, en las imágenes elegidas, en las formas que parecen apuntalarse como pueden para no caer. Una caja rota con una imagen de manifestantes, un clavo atravesando una urna vacía, un tótem sin rostro. Todo es símbolo, y a la vez, todo es real. Nada está del todo cerrado; cada obra invita a mirar dentro, a cuestionar lo que oculta o lo que ya no puede sostener.
Estas construcciones invitan a pensar en el estado de lo colectivo: ¿qué se conserva, qué se destruye, qué se transforma?. En su conjunto, forman un relato visual que se sitúa entre la denuncia y la contemplación, entre el gesto poético y el grito contenido.
En tiempos donde lo institucional se deslegitima, donde lo público se precariza y la protesta se reprime, estas obras nos devuelven el eco de una pregunta urgente: ¿cómo se representa el derrumbe? ¿cómo se habita la ruina?
---Fragile Architectures: Assemblages of a Tense Memory
These works, built from discarded materials—cardboard, charred wood, rusty nails, printed photographs—confront us through their precariousness. This is not a casual or merely formal aesthetic, but a critical and conscious choice: to erect symbolic structures from the remnants of the everyday, the political, the socially eroded.
Each assemblage functions as a contemporary archaeological artifact, a fragile architecture that reveals the signs of a tense, unstable memory. These are bodies that resist, that carry wounds, that open voids where there once was discourse, consensus, or possibility. Through destruction, through emptiness, through the collapse of forms, the artist speaks of fractured institutions, of systems in decline, of collective bodies that either defend themselves or fall apart.
The political dimension of these pieces is not propagandistic, but structural: it seeps into the materials, into the chosen images, into forms that seem to brace themselves however they can, just to remain standing. A broken box with an image of protestors, a nail piercing an empty ballot box, a faceless totem. Everything is symbolic, and yet, everything is real. Nothing is completely sealed; each work invites us to look inside, to question what is hidden or what can no longer be sustained.
These constructions invite us to reflect on the state of the collective: what is preserved, what is destroyed, what is transformed? Together, they form a visual narrative situated between denunciation and contemplation, between poetic gesture and restrained outcry.
In times when institutions lose legitimacy, when the public sphere becomes precarious, and protest is repressed, these works return to us the echo of an urgent question: How is collapse represented? How do we inhabit the ruin?